lunes, 23 de mayo de 2011

La verdad... ¿toda la verdad y nada más que la verdad?

Interesante artículo que publicaba hace unos días elmundo.es donde se analizaba y se intenta explicar cuál es la mejor manera de informar a un paciente y familiares cuando el diagnóstico es Cáncer. ¿De verdad queremos conocer la verdad y sólo la verdad? ¿Por qué tenemos tanto miedo a lo que nos diga el médico? Es curioso y supongo que la mayoría de vosotros estaréis de acuerdo conmigo en que nos asusta más el diagnostico que luego las doscientas pruebas a las que nos tengamos que someter.

Me gustaría conocer vuestra opinión al respecto. ¿Habrías preferido una mentira piadosa?

La verdad... ¿toda la verdad y nada más que la verdad?

Consulta médica. | Santi Cogolludo Consulta médica. | Santi Cogolludo
  • El autor se pregunta cómo se puede explicar a un paciente que tiene un cáncer
  • Realiza a los lectores una serie de preguntas sobre cómo afrontar este hecho
Hace pocos días, José Luis de la Serna, el director de esta web, señalaba en un artículo cómo muchas necrológicas publicadas en la prensa siguen disfrazando la palabra 'cáncer' con el eufemismo de 'una larga y penosa enfermedad'.
Jürgen, un paciente alemán al que todavía no conozco demasiado bien, acudió a mi consulta con una impresión de este artículo, sorprendido y algo escandalizado por la forma en la que los españoles seguimos abordando de refilón la información sobre el cáncer, ya sea en calidad de pacientes, médicos o familiares. Él es de la opinión de que entre la verdad y la mentira no cabe un alfiler, que todo lo que no sea 'la verdad, sólo la verdad y toda la verdad' no constituye otra cosa que un engaño hipócrita.
Yo no estaba tan seguro de que la mayoría de las personas que aguardaban en la sala de espera estuviesen de acuerdo en todo con Jürgen, de modo que, medio en serio medio en broma, le propuse lo siguiente: si persuadía a un puñado de pacientes o acompañantes para participar en un intercambio de opinión, digamos para entendernos rápido, 'a calzón quitado', yo me prestaría con gusto a la encerrona. El amigo alemán encajó el envite y, con mucho empeño y no poca dificultad, consiguió reunir a unas 16 ó 17 personas con las que me reuní informalmente, ayer por la tarde, en una de las salas de juntas del Puerta de Hierro.
El peloteo de opiniones y contraopiniones resultó de lo más interesante, aunque, al contrario de lo que le sucedió a Jürgen, creo que podría haber adivinado lo que allí se dijo. La composición de los participantes ya significaba algo. Más o menos la mitad eran pacientes, y la otra mitad familiares. Pero mientras los primeros eran sujetos curados, de los que acuden a mi consulta cada mucho a realizar sus revisiones periódicas, casi todos los familiares lo eran de enfermos en situaciones incurables que estaban recibiendo quimioterapias de distinto tipo. Me gustaría resumir en unos cuantos párrafos breves las posturas más comunes entre los asistentes y, sobre todo, me interesa formular al final tres preguntas a los ciberlectores.

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