viernes, 12 de noviembre de 2010

Radioterapia, la última etapa

Sólo dos… dos sesiones más de quimioterapia y se acabo. Llevo desde el día 15 de julio recibiendo tratamiento y ahora me siento como si llegarán las vacaciones de verano, tacho los días del calendario y empiezo hacer las maletas.  Cuando salí ayer de mi sesión semanal, salía como siempre blanca como la pared y mareadilla, pero algo había cambiado porque ya sólo quedan dos jueves más de suplicio.  Ese pensamiento ha sido como una inyección de energía y optimismo, voy viendo el final del túnel.
Esta semana también he tenido mi primera cita con mi oncóloga de radioterapia y ya tengo mi calendario elaborado, confieso que albergaba esperanzas de saltarme esta etapa o conseguir una reducción de condena. Pero no hay manera, religiosamente tendré que radiarme 25 días y así conseguir un bonito color salmonete en el pecho, voy a parecer uno de esos helados de nata y fresa. No tenía mucha idea de cómo funcionaba el tema de la radioterapia porque no había querido anticipar acontecimientos y bastante tenía con controlar los ochocientos efectos secundarios de la quimio, pero tengo que decir que mi oncóloga me ha tranquilizado mucho y parece que esto de la radio va a ser un paseo.  Lo más importante no voy a oler a pollo frito, palabras textuales de mi doctora;) 
Como ya os comenté en otro post, me hicieron cirugía conservadora por eso la radioterapia es imprescindible en mi tratamiento. Al conservar la mama con la radioterapia nos aseguramos de eliminar cualquier resto de células tumorales que pudiera haber resistido a la quimio (si es que hay algo que sobreviva a ese veneno) y además prevenimos una posible recaída. 
Hay dos tipos de radioterapia en el cáncer de mama, la externa y la interna, la más frecuente es la externa y la que voy a recibir yo. La externa no es más que la radiación que procede de una fuente que se encuentra fuera del organismo.
Por supuesto antes de empezar con el tratamiento es preciso una planificación, para determinar los parámetros dependiendo del tipo, de la localización y la extensión del tumor.  Durante la simulación se recrean las condiciones en las que posteriormente se realizará el tratamiento, y se determina la postura más correcta. Para ello me harán un TAC cuyas imágenes se introducen en el ordenador y sobre ellas trabajan el área a tratar.  Una vez planteado el tratamiento es necesario reproducirlo exactamente igual todos los días. Y aquí viene lo bueno! Para ello se realizan unos tatuajes o marcas en el torax para ayudar al personal de radioterapia a situar con mayor precisión el área donde se administrará el tratamiento. Toda la vida queriendo hacerme un tatuaje y manda narices que mi primer tatuaje sea la huella del cáncer, lo más gracioso mi familia lo aprueba!
¿Por qué todos los días? Pues la respuesta es sencilla si me dieran toda la dosis de radiación en una única sesión me desintegrarían los tejidos produciendo daños muy serios. Así que para minimizar estos efectos, la dosis se fracciona, repartiéndose en un número determinado de sesiones y días. Lo bueno es que la sesión diaria sólo dura unos minutos (quince aproximadamente). El tiempo real de irradiación dura unos segundos, pero entre que te colocan y hacen las comprobaciones pertinentes pues son unos quince minutitos. 
Por último los temidos efectos secundarios, cansancio, cansancio y más cansancio… me aseguran que esta astenia es temporal y que pronto dejaré de arrastrarme como un alma en pena. También hay que tener unos cuidados especiales en la piel a radiar ya que podrían producirse alteraciones, parecidas a las quemaduras solares. Lo mejor, no habrá vómitos, nauseas, ni caída del pelo!!!!  A ver si con suerte empieza a crecerme el pelo y puedo empezar el año con una melena leonada.

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