lunes, 17 de enero de 2011

Instituto Pond's

Me queda una semana de radio y me encuentro muy bien!! Siempre pensé que llegaría al final del tratamiento físicamente muy tocada y sin apenas fuerzas, pero la verdad es que me encuentro mejor que nunca en estos sietes meses, llena de energía y con ganas de hacer mil cosas. En honor a la verdad tengo que admitir que tengo la teta como un pimiento del piquillo y que a las 8 de las tarde ya no soy persona, pero estoy tan animada que todo se me olvidan al ver lo mucho que han mejorado las cosas este último mes.

Ver que poco a poco voy recobrando mi antiguo aspecto me anima muchísimo, el pelo sigue creciendo y ya casi puedo peinarme las cejas ;) Tanto es así que en un alarde de sentirme guapa e intentar recuperar algo de mi apaleada autoestima el otro día me fui a un centro de belleza a hacerme la manicura.  Sí, los psicólogos siempre hablan de lo importante que es que nos veamos bien para mejorar el estado de ánimo y así tener una aptitud más positiva frente a la enfermedad. Este consejo a mi me ha costado muy poco ponerlo en práctica, porque no hay que olvidar que soy una “adicta” a los cosméticos, maquillajes y cualquier tratamiento que prometa belleza inmediata en siete días. Claro esta, que durante el tratamiento de quimio y radio todo este tipo de cosas están totalmente contraindicadas y son desaconsejables porque la piel está muy alterada e hipersensible. Pero una simple manicura para verme las uñas de las manos bonitas y arregladas no tiene porque hacer daño, y mas cuando hace dos meses que terminé la quimio.  ¿Por qué os cuento esto? Porque me apetece compartir con vosotros lo bien que me atendieron en el Instituto POND'S al que acudí para limarme las uñas y darme una capita de esmalte.
Como ya sabéis tengo una fantástica peluca que alterno con mis pañuelos y que utilizo por pura coquetería, así que cuando me acerque al centro para pedir una cita iba con mi peluca bien puesta y…. upsss se me olvido decir:” Hola soy Paloma y tengo cáncer”.  Pedí mi cita normal y me fui a casa tan contenta, pensando ya en el color que quería para mis uñas.  Al día siguiente acudí puntual a mi cita, pero cometí el error de llevar pañuelo. Claro cuando me presenté en el instituto POND'S con mi pañuelo, os podéis imaginar la reacción… la señorita en cuestión me miro ojiplatica y me dijo:

chica: ¿pero… usted tiene cáncer?  
Yo: si
Chica: pero está en tratamiento
Yo: si, tenía cita para hacerme la manicura (sonrisa)
Chica: Lo siento, pero tengo que consultarlo con mi encargada porque no atendemos a personas con cáncer.
Yo: ¿perdón?
Chica: claro es que… si estás con quimioterapia no podemos aplicarte ningún tratamiento.
Yo: solo me queda una semana de radio, estoy terminado.
Chica: si… bueno… creo que no habrá ningún problema pero tengo que consultarlo, porque sin un permiso médico no podemos hacerte ningún tratamiento.
Yo: solo quiero hacerme la manicura y además no tengo cutículas, así que no tenéis que cortarme nada (por lo de las infecciones y eso)

Bien… ¿cómo me sentí? Como una apestada, jamás me había sentido así. Lo peor es que su reacción fue tan inesperada para mí, que simplemente no reaccioné. Yo solo quería hacerme la manicura y verme las uñas del color más chillón que tuvieran, porque lo que esa señorita no sabe es que las de los pies se me están cayendo y para mi era importante sentirme bien por un día.  Al final me hizo la manicura, pero no sin antes repetirme que al menos en año no podría ir a ese centro porque no me atenderían. No quería correr el riesgo de aplicarme ningún tratamiento y no sé… que me volviera verde como un gremlisn.  Estoy totalmente indignada porque me hicieron sentir como si tuviera una enfermedad contagiosa y  con una falta de tacto y delicadeza propios de la más profunda ignorancia.  Sobra decir que han perdido una muy buena clienta que no volverá a poner un pie, ni a comprar una crema de POND'S. Esta es la primera vez que me pasa algo así, es cierto que cuando llevas el pañuelo te expones a las miradas compasivas e indiscretas pero hasta ahora nunca me había tenido que enfrentar a una situación en la que me sintiera discriminada. Como se suele decir “una y no más Santo Tomás”, esta vez me pillo desprevenida pero no pienso consentir nunca más un trato así.   

1 comentario: