martes, 30 de agosto de 2011

Anoche soñé...

Anoche soñé que el tiempo se había detenido, que una brisa enredaba mi pelo y me acariciaba el cuello. Soñé que las cicatrices no picaban, que se habían borrado del mapa. Soñé que desconocía el miedo, que la angustia no existía en mi diccionario, que la soledad no lo invadía todo.  Era un sueño tan real, de esos que están llenos de luz, de olores que te transportan a lugares del pasado, de caricias que saben a besos, de risas que ensordecen. Soñé que todo estaba en su lugar, respondiendo a un orden divino, que el caos no me había tocado con sus dedos. Qué la decepción aún estaba lejos y la desilusión no me comía por dentro.
Soñé hasta que el aroma del café me devolvió la conciencia, entonces sentí de nuevo la pena, las cicatrices, el dolor sordo de todo lo que fue y ya no es. Me devolvió el miedo y me ajusto la coraza para mandarme de nuevo a la vida.

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